Hace algo más de dos años, la incertidumbre mucho más honda e impredecible se cruzó en la vida de todos. El planeta entero detuvo su paso para atender a algo que se expandía muy rápidamente y que, pese a todos y cada uno de los esfuerzos, dejaba tras de sí patología, soledad y mal. Nada puede reparar el dolor de la ausencia de todas y cada una estas personas en sus familias, en sus conocidos cercanos, en sus amigos, en su entorno. Y vamos a ser siempre y en todo momento siendo conscientes de que la pandemia escribió un triste punto y aparte para bastantes ciudadanos españoles. En sus 30 años de atención, este sistema de emergencias del Ayuntamiento de La capital de españa ha atendido a mucho más de 3 miles de individuos.
Múltiples meses después de este primer aplauso, concretamente el 21 de junio, España daba por finalizado el estado de alarma causado por la COVID-19. No obstante, y más allá de que no hemos vuelto a vivir una situación afín a lo largo de estos últimos dos años, la pandemia de la COVID-19 prosigue entre nosotros. Algo tan espléndido, se transforma en un reto y una pregunta por la salud de tu familia religiosa o tu red social.
Arrancar El Aplauso
A lo largo de mucho más de dos meses, a las ocho de la tarde, España salió a balcones y ventanas para aplaudir a sus sanitarios. Un momento en el que los aplausos rompían el silencio en esos días interminables del confinamiento. La soledad dentro de las viviendas desaparecía dando rincón a una conexión colectiva que era reconfortante. Por el hecho de que esos aplausos transmitían un sentimiento colectivo de solidaridad y unidad.
Y, replicados desde todas las ventanas, desde todos los balcones y viviendas, se extendían velozmente como un eco en el paisaje desierto de nuestros pueblos y ciudades. El personal sanitario se puso en primera línea sin entrar en dudas y se enfrentó con coraje y un esfuerzo increíble a esta nueva enfermedad que se llevó la vida de sobra de seis miles de individuos en todo el mundo. El futuro inmediato no lo disfrutarán nuestras familias si no se ejercitan en el aplauso en el hogar.
Con ellos en nuestro recuerdo -con los que hemos conocido el día de hoy asimismo- realizamos nuevamente, en este 2022, el homenaje sentido y emocionado de una Nación que nunca olvidará a las víctimas de la pandemia. Vida Religiosa es una revista mensual y además cinco números monográficos sobre teología y actualidad de la vida religiosa. Información agregada En este link dispones de información adicional y descriptiva sobre la protección de datos personales que aplicamos en nuestra página web. España es un país justo y solidario -siempre y en todo momento lo demostró- con promesa más adelante. Nunca se borrará la huella de todos y cada uno de los que no están con nosotros. Tienen nuestro reconocimiento y nuestro recuerdo, que permanecerán íntegros para siempre.
Lo hicimos un año después -reunirnos también aquí en cuando nos acompañaba la esperanza que implicaban los adelantos en el área de la medicina. María Díaz Diñeiro reclamó que no dejásemos de tener presentes a los muertos, que no olvidásemos su dolor, el dolor de las ausencias que llenan demasiado. Y vimos también un rostro de promesa en Araceli Noble, primera vacunada en España contra la COVID-19. Amedeo Cencini volvía a insistir frente centenares de religiosos y religiosas, en la XXXIX semana, que este tiempo precisa comunidades santas, me atrevo a completar, «necesita comunidades que se aplaudan, se reconozcan y se deseen».
Un Aplauso Por Los Niños Y Niñas De Toda España Ellos Se Meritan Esto Y Mucho Más
Una tablet gráfica que se adquirió al inicio de la crisis sanitaria le sirvió para recuperar la imaginación en un momento complejo. “Nunca olvidaré uno de los primeros días del confinamiento, cuando fui a obtener a un supermercado en medio de una plaza de Callao y, de pronto, el centro de La capital española totalmente vacío. Era como una escena de ciencia ficción de las películas apocalípticas que había visto toda mi vida, yo se encontraba viviendo una y parecía irrealizable”, recuerda ahora.
El aplauso regenera la misión, la fortalece pues la hace coral. A la vez, nos hace familia y nos reconcilia, nos vuelve a los fundadores por el gozo de una «misteriosa vinculación en la historia» y nos proyecta en una sorprendente fuerza que experimentan los débiles cuando se unen. Terminantemente, el aplauso, es mucho más que un estruendos de aprobación pasajero, es un compromiso de adhesión permanente. Y eso sí es futuro y es vida y, como apunta de manera sabia Ignacio Madera, los que de esta forma lo viven, son los que agradan aquí y ahora una desbordante y infecciosa «fantasía autora». A pesar de que los aplausos proseguían, estos comenzaron a perder la fuerza conforme las limitaciones fueron cediendo ante la optimización de datos en nuestro país.
Que «absolutamente nadie es profeta en su tierra» lo sabemos bien los religiosos. Por tercera vez nos reunimos en esta Plaza de la Armería del Palacio Real de La capital española para rememorar a todas y cada una las personas que perdieron la vida por la COVID-19.
Unido al «ustedes oran y viven urgidos por la misión», deberíamos responder de hecho « ¿aplaudo a mis hermanos? » Algunos tienen la posibilidad de llegar a pensar que el tema no tiene entidad… sin embargo, no sé por qué me da que en estas cosas de «poca entidad» nos encontramos perdiendo batallas de entidad grande. Muchas veces los mucho más pequeños nos dan lecciones y en este caso, varios de ellos lo hacen con su actitud y su paciencia para soportar en el hogar sin reprochar nada.
Merced a la investigación y a la ciencia, al estudio y la dedicación de la red social científica, las vacunas contra la COVID-19 se convirtieron en uno de los hechos más importantes de la narración de la sanidad universal. En un tiempo extraordinariamente breve, se realizó un excelente trabajo con una incidencia directa en la salvación de millones de vidas en todo el mundo y para la protección de la salud a escala global. Lo hicimos en 2020, en un momento en el que la sociedad había dado, como señalé en su día, “una lección de inmenso valor” y España había probado “su mejor espíritu”. Un día del que proseguimos recordando las palabras de Hernando Fernández Calleja, que solicitó “a todos, compasión”; “un sentimiento que nos hace mucho más humanos, que nos permite comprender el mal de los demás”. También las de Aroa López Martín, que de corazón asimismo pidió que no olvidásemos “jamás la lección aprendida”. Esta opción de vida no puede expresarse en función de los aplausos.
Así, la sociedad no podía salir de sus propios hogares salvo por fundamentos de extrema necesidad como proceder a trabajar, hacer las compras, efectuar gestiones en el banco o sacar al perro para pasear, entre otras cosas. Siempre conservaremos como un legado para este país aquellos tiempos difíciles y a quienes hoy no están con nosotros. Honraremos la generosidad y la valentía de los que expusieron la vida para salvar las de los demás. Agradeceremos y valoraremos siempre y en todo momento el trabajo de la ciencia y del personal sanitario en la superación de ocasiones adversas, pero ofreciendo al mismo tiempo seguridad en el futuro. Aquella vacuna fue resultado de una eficaz colaboración científica, del incesante progreso y de la innovación.
No es buen itinerario que un joven llegue a nuestra casa, porque aquí se le aplaude… Como no es así, que alguien llegue a la conclusión de que este estilo de vida no cuida el «abrazo interior». El 27 de diciembre de 2020, se puso en España la 1ª vacuna contra la enfermedad. Y, desde ese momento, y aunque desgraciadamente el virus sigue entre nosotros, la mayoría de las personas ha podido proseguir con su vida. Los españoles hemos asumido la responsabilidad de la vacunación con solidaridad y por eso el día de hoy mucho más del 90% de la población está vacunada.
Las comunidades «aguantan» la misión en el momento en que no tienen idea darse aplausos. Hay hermanos y hermanas que tienen expresiones increibles para muchos personajes, prácticamente ídolos, en el momento en que estos no forman parte a la propia comunidad o institución… pero ven poco que aplaudir a su alrededor. Otros, quizá se han habituado a aplaudir a exactamente los mismos, sin abrir generosamente el reconocimiento a otros. Algunos, los mucho más, disponemos racionados los aplausos para no gastar las energías o pues pensamos que regalando reconocimiento, perdemos algo.
¿Recuerdas a Victor Frankl, el psiquiatra austriaco que sobrevivió a los horrores de Auschwitz, el temible campo de concentración nazi? Él cuenta que cuando escribió el libro que en español se conoce como El hombre en pos de sentido, no deseó que su nombre apareciera en el libro. Solo quería transmitir al lector el mensaje de que “la vida tiene significado bajo cualquier circunstancia, aún las mucho más desfavorables”. Esta mañana vuelven a nuestra memoria todos los movimientos y las conmuevas de entonces y, con colosal concepto, los testimonios de esos años.